sábado, 17 de agosto de 2013

El verano nos vuelve gilipollas


Está empíricamente demostrado que el homo sapiens (occidental y del hemisferio norte) se vuelve gilipollas en verano. Quizá durante el resto del año ya lo sea pero compite tanto con el resto de gilipollas del planeta que casi ni se nota.

Cortina de humo es una de mis películas favoritas; nos muestra cómo distraen nuestra atención de las cuestiones fundamentales, en este caso y más exactamente, un presidente en apuros por un escándalo sexual con una becaria a unas semanas de las elecciones es salvado por un equipo experto en “ventas” (eso que ahora llamamos márquetin los españoles y nos quedamos tan anchos) al inventarse una guerra contra un país terrorista, con muchos terroristas, lleno de terroristas, todo él terrorista.

La cortina de humo, literalmente hablando, deriva de tácticas militares: el humo impide que el enemigo vea nuestros movimientos o la posición de nuestras tropas. Dicen los que saben de esto que es una acción muy antigua inspirada, quizá, en la posibilidad que tenían los barcos de escapar de los perseguidores en los bancos de niebla. No he logrado averiguar a quién se le atribuye la ocurrencia pero los textos clásicos griegos ya cuentan algunas batallas en las que se usó. El caso es que hoy en día, en este periodo que llamamos moderno, el término se usa más en el sentido figurado de la película citada que en su acepción original.


Ahora llega el momento en el que yo debería de hablar de lo que está ocurriendo en el Peñón de Gibraltar, y a lo mejor preguntarnos por qué no ocurre en Andorra. Igual podría hablar del fútbol; de los fichajes o el comienzo de la liga, o sea, del pelo de Sergio Ramos. Podría reflexionar sobre el papel de las religiones y analizar sesudamente pero de modo superficial y simplista qué está ocurriendo en Egipto, y, claro está, preguntarnos si la guerra en Siria ha terminado ya. Del posado de la Obregón. Del Concurso Internacional de tocar la guitarra sin guitarra (esto existe, os lo juro). De los cuernos de la famosísima menganita. De las vacaciones de los estupendísimos fulanitos. Del gran estreno de Los Pitufos II. No estaría de más, hacer un amplio reportaje sobre la calor que hace en Sevilla en los meses estivales. Las fiestas patronales varias. El tráfico y las operaciones salidas y retornos. Los encierros de toros… en fin, como podéis ver, literalmente hablando si ponéis cualquier noticiario, todo un amplio abanico de cuestiones trascendentales.

En verano se nos olvida la lucha de clases y la sustituimos por luchas en el barro con dos musculosas y aceitadas señoritas que intentan derribarse. En verano las cortinas de humo no nos dejan ver el humo de las cortinas que arden, incendiadas por odios antiguos, razones antiguas y rencores nuevos, en las casas de miles de inocentes y, lo que es peor, no distinguimos un humo del otro aunque los dos nos irriten los ojos. En verano no hay corruptelas, hay declaraciones y manifestaciones jaleatorias de fascistas nuevos que se ríen de ancianos estafados. En verano no hay paro, ni precariedad, ni hambre de libertad, justicia e igualdad; preferimos el sabor de las barbacoas.  Todo cambia para que nada cambie, todo continúa para que nada continúe. Una vez leí la más tremenda explicación de cómo acabó el "mayo francés": llegaron las vacaciones. En verano el mundo, occidental y del hemisferio norte, es casi perfecto. Definitivamente, nos hemos vuelto gilipollas.

Antes de que la cortina de humo significara ocultar, se hizo célebre la frase "El perro de Alcibíades" (la película en inglés se llama "wag the dog") que, dicen, en mitad de una acalorada discusión en un foro, cortó el rabo a su perro. Cuando le preguntaron el porqué de tan irracional comportamiento contestó que, mientras hablaban de su perro, no hablaban de las corrupciones y caprichos de su gobierno.

viernes, 2 de agosto de 2013

Vamos a volverlos locos


Parece evidente que los diferentes estados espían a sus ciudadanos. No porque lo diga un arrepentido agente de la CIA, sino porque las pruebas son manifiestas[i]. Alejándome de la teoría conspiratoria baste con señalar que un matrimonio de Long Island fue interrogado después de que hicieran varias búsquedas sobre mochilas y ollas a presión a través de un “goonocible” buscador de Internet: él preocupado por una excursión y ella por cómo preparar una quinoa (unas lentejas, vaya).

Siempre ha corrido el rumor de que España disponía de un potente ordenador (tres en realidad) y un programa que seleccionaba palabras claves, es el conocido SITEL: bomba, colocarla, actuar… para un algoritmo potente puede resultar una mezcla muy “explosiva”, y, dicen, se encarga de vigilar las redes y la telefonía fija y móvil para buscar “al azar” esas y otras combinaciones. Los espías españoles dicen que no nos espían –y no es un chiste o un juego de palabras- y digo yo que esa será la primera regla de oro del espionaje ¿no? [ii] Imaginad: -hola, qué haces, me espías o qué haces. –No, no, caballero, cómo se le ocurre a usted pensar una cosa así. ¿Lo dice usted por mi sombrero de ala ancha, mi reloj con laser y el zapatófono?

Volvamos a las palabras. Al parecer el Estado se ha protegido jurídicamente para poder realizar estas prácticas[iii] y yo he estado pensado cuáles podrían ser esas palabras claves: Por supuesto bomba y artefacto parecen evidentes. Más, posiblemente, términos como “lo reventaremos”, “se van a enterar estos cabrones”, “la pondré cuando pase el desfile”, “apunta a la cabeza”… qué se yo, esas grandes frases de las películas de malos. Pero ¿estarán incluyendo en esas “alertas” palabras o frases del tipo “manifestación”, “protesta”, “despidos”, “quedada”, “colectivo”, “actuaremos”, “opresión”, “vamos a organizar…”? ¿Estarán usando esos mismos programas para conocer la actividad sindical, política, religiosa o social? ¿Quién nos asegura que al tiempo que se rastrea que un terrorista le diga a otro que va a colocar un pepino a las 13’48, en la esquina de tal –que ya hay que ser tonto- no se está espiando a miles de activistas contrarios a este sistema, a este modelo, a este régimen?

No voy a esperar a que aparezca aquí un Edward Snowden o un WikiLeaks a la española. Mi propuesta es bien sencilla: El próximo sábado, 10 de agosto, propongo que todos/as usemos todas esas palabras en nuestras conversaciones, mensajes de texto, redes, etc. Por ejemplo #bomba, hace calor. O #soy un terrorista, creo que los pajarillos lo pasan muy mal. En las conversaciones por móvil igual: -Hola, esto es la bomba. –Pues para bomba la mía. Qué se yo, hay miles de chorradas que decir con esas palabras y con otras. Si nos espían… vamos a volverlos locos. Por la libertad, por la democracia. A ver si logramos que aparezca la verdadera búsqueda y vigilancia a la que nos someten o, al menos, abrimos un debate sobre derechos-información-control.