Casi todo lo que hago viene
determinado por un modo consciente (e inconsciente) de ver el mundo, la vida,
la relación con los demás, mi participación y actuación en la naturaleza o el
entorno, etc. Ese modo de interpretar lo que me rodea –que va del trabajo a mis
hijos pasando por el Betis o la música que escucho- es lo que me hace ser de un
modo determinado: en principio ese modo no es ni mejor ni peor que otro modo
cualquiera.
Seguro que te has preguntado
alguna vez porqué eres como eres. Muchos autores han respondido a esa pregunta
y nos cuentan que la genética, la clase social en la que nazcas, las
condiciones socioeconómicas, geográficas, ambientales, la familia y el entorno,
la educación y la cultura, los valores, la formación intelectual… son factores
que van determinando (o han determinado ya) nuestro YO. Hay más, muchos más
(religión, fe, habilidades personales, dotes, dones, mitos, ritos, raza, etnia,
acceso a la información, influencia de los medios…) tantos, que hacer un mapa
con todos aquellos estímulos o restricciones que nos han configurado tal y como
somos, nos llevaría toda una vida y, además, mejor escribir con lápiz y tener a
mano la goma de borrar porque seguro que, permanentemente, estaremos añadiendo
o quitando elementos de ese dibujo.
Somos sumas imperfectas por muy
alta que tengamos la autoestima, por cariñosa que sea nuestra abuela o por
agraciadas que nos devuelvan la imagen los espejos. Esa imperfección, en
principio, tampoco es mejor ni peor que otra imperfección cualquiera. En lo
colectivo la cosa se complica. Aún recuerdo ese niño del anuncio preguntándole
al padre por qué eran del Atleti. ¿Por qué hay costaleros? ¿Por qué taurinos?
¿Por qué surfistas? ¿Por qué montañeros, de cañas y no de vinos, de la Macarena
y no de la Trianera, de chanclas y no de náuticos…?
¿Por qué somos de Izquierda
Unida? Casi preferiría tener que responder al niño del anuncio.
Creo –sinceramente- que los
hombres y las mujeres de IU son, en general, buenas personas. Es decir:
respetan el entorno, intentan no contaminar, no abusan, tienen un alto grado
solidario o altruista, se involucran en las peleas por lo que consideran justo
(y en un sentido amplio pelean contra las injusticias), es gente que argumenta
bien… que percibe un mundo que no les gusta e intentan echar una mano para
cambiarlo. En general no es gente ambiciosa, es gente honrada, honesta,
valiente, pendiente de la igualdad… quizá esté demasiado condicionado por mi
experiencia en la casa pero os digo, de corazón, que me rodean un puñado de
hombres y de mujeres que encajan perfectamente en ese retrato. Por supuesto hay
gente de instinto, no de formación y un convencimiento dado por el estudio de
la realidad concreta; hay gente que no encaja en ese perfil (una minoría) y hay
militantes que están ahí por tradición familiar y porque en algún lado hay que
estar. ¿Sus dirigentes también? Pues no, mire usted, o al menos no todos. Por
supuesto que muchas caras visibles son gente que, legítimamente, ha optado por
el poder, el control y la representación y eso significa irremediablemente
luchas, corrientes, aspiraciones... ¿Todos? No, tampoco nos pasemos: algunos y
algunas. Creo que también hay dirigentes a los que su militancia les cuesta
tiempo, esfuerzo y dinero, y lo hacen por su compromiso con sus ideas, con las
ideas de todos y todas.
Es, por lo tanto, normal que ese
puñado de personas (más o menos afines, más o menos con ese perfil) acaben
juntas en una organización. ¿Se parece IU a una afición, una fe, una creencia,
un club o una simpatía? Pues mire usted, una parte de todo eso, más un programa
y unas propuestas políticas comunes. También un método (que habrá que revisar)
y unas dinámicas (que habrá que repensar). Ya lo he dicho en alguna otra
ocasión: las organizaciones tienen que ser un medio y no un fin en sí mismas,
pero, mientras esa evolución (determinada por factores externos e internos) nos
recoloca la columna vertebral y nos aclara las ideas, vamos a mantener ese
“todo” porque, al día de hoy, IU es el único marco en el que unos hombres y
unas mujeres de un perfil determinado, de una visión determinada, de un olfato
determinado, de unos instintos determinados, se sienten identificados entre sí,
y dispuestos a verse como un conjunto que se enfrente y construya un mundo
distinto. Por supuesto, ese perfil, esa visión, ese olfato, esos instintos…
tampoco son ni mejores ni peores que otros cualquieras.
Tocaría ahora vernos a cada uno
de nosotros, a cada una de nosotras, dentro de nuestro propio dibujo (recordad
que somos sumas imperfectas) y saber de nuestra capacidad de relación con el
entorno: con otros, contra otros, con los medios disponibles, contra los medios
de los demás… Es necesario -para seguir dibujando y respondiendo a la pregunta-
que también incluyamos nuestro propio compromiso, nuestra disponibilidad,
nuestras limitaciones, nuestras ganas, nuestras posibilidades… Por último –y
para que entendamos la complejidad- tenemos que añadir elementos
imprescindibles del pensamiento, ideologías, ideas… y con una pizca de
propuestas en común, de respuestas concretas, de conquistas, luchas, peleas, de
praxis.
Creo que ya estamos en
condiciones de intentar responder: ¿Por qué somos de IU? No lo sé. Quizá sea
que muchas pensamos que es una herramienta útil, en la que cabemos todos. Quizá
sea porque mi YO encuentra muchos YO parecidos al mío. Todo esto no significa
que no haya cosas que cambiar porque nos aburren algunas peleas, nos
desconciertan las espantadas y nos frustra ver tan nítidamente las ambiciones
(no siempre legítimas). Pero –insisto, creo- que merece la pena sentirse parte
de este proyecto donde podemos pensar, debatir, proponer, construir, pelear,
colaborar, solidarizarnos, decidir, discrepar… estoy en IU porque es mucho más
que un verbo, y, seguro, tú tendrás muchos infinitivos más.
Esta opinión no merece ser ni
mejor ni peor que otra opinión cualquiera (faltaría más).