jueves, 12 de febrero de 2015

Papá ¿Por qué somos de IU?


Casi todo lo que hago viene determinado por un modo consciente (e inconsciente) de ver el mundo, la vida, la relación con los demás, mi participación y actuación en la naturaleza o el entorno, etc. Ese modo de interpretar lo que me rodea –que va del trabajo a mis hijos pasando por el Betis o la música que escucho- es lo que me hace ser de un modo determinado: en principio ese modo no es ni mejor ni peor que otro modo cualquiera.

Seguro que te has preguntado alguna vez porqué eres como eres. Muchos autores han respondido a esa pregunta y nos cuentan que la genética, la clase social en la que nazcas, las condiciones socioeconómicas, geográficas, ambientales, la familia y el entorno, la educación y la cultura, los valores, la formación intelectual… son factores que van determinando (o han determinado ya) nuestro YO. Hay más, muchos más (religión, fe, habilidades personales, dotes, dones, mitos, ritos, raza, etnia, acceso a la información, influencia de los medios…) tantos, que hacer un mapa con todos aquellos estímulos o restricciones que nos han configurado tal y como somos, nos llevaría toda una vida y, además, mejor escribir con lápiz y tener a mano la goma de borrar porque seguro que, permanentemente, estaremos añadiendo o quitando elementos de ese dibujo.

Somos sumas imperfectas por muy alta que tengamos la autoestima, por cariñosa que sea nuestra abuela o por agraciadas que nos devuelvan la imagen los espejos. Esa imperfección, en principio, tampoco es mejor ni peor que otra imperfección cualquiera. En lo colectivo la cosa se complica. Aún recuerdo ese niño del anuncio preguntándole al padre por qué eran del Atleti. ¿Por qué hay costaleros? ¿Por qué taurinos? ¿Por qué surfistas? ¿Por qué montañeros, de cañas y no de vinos, de la Macarena y no de la Trianera, de chanclas y no de náuticos…?

¿Por qué somos de Izquierda Unida? Casi preferiría tener que responder al niño del anuncio.

Creo –sinceramente- que los hombres y las mujeres de IU son, en general, buenas personas. Es decir: respetan el entorno, intentan no contaminar, no abusan, tienen un alto grado solidario o altruista, se involucran en las peleas por lo que consideran justo (y en un sentido amplio pelean contra las injusticias), es gente que argumenta bien… que percibe un mundo que no les gusta e intentan echar una mano para cambiarlo. En general no es gente ambiciosa, es gente honrada, honesta, valiente, pendiente de la igualdad… quizá esté demasiado condicionado por mi experiencia en la casa pero os digo, de corazón, que me rodean un puñado de hombres y de mujeres que encajan perfectamente en ese retrato. Por supuesto hay gente de instinto, no de formación y un convencimiento dado por el estudio de la realidad concreta; hay gente que no encaja en ese perfil (una minoría) y hay militantes que están ahí por tradición familiar y porque en algún lado hay que estar. ¿Sus dirigentes también? Pues no, mire usted, o al menos no todos. Por supuesto que muchas caras visibles son gente que, legítimamente, ha optado por el poder, el control y la representación y eso significa irremediablemente luchas, corrientes, aspiraciones... ¿Todos? No, tampoco nos pasemos: algunos y algunas. Creo que también hay dirigentes a los que su militancia les cuesta tiempo, esfuerzo y dinero, y lo hacen por su compromiso con sus ideas, con las ideas de todos y todas.

Es, por lo tanto, normal que ese puñado de personas (más o menos afines, más o menos con ese perfil) acaben juntas en una organización. ¿Se parece IU a una afición, una fe, una creencia, un club o una simpatía? Pues mire usted, una parte de todo eso, más un programa y unas propuestas políticas comunes. También un método (que habrá que revisar) y unas dinámicas (que habrá que repensar). Ya lo he dicho en alguna otra ocasión: las organizaciones tienen que ser un medio y no un fin en sí mismas, pero, mientras esa evolución (determinada por factores externos e internos) nos recoloca la columna vertebral y nos aclara las ideas, vamos a mantener ese “todo” porque, al día de hoy, IU es el único marco en el que unos hombres y unas mujeres de un perfil determinado, de una visión determinada, de un olfato determinado, de unos instintos determinados, se sienten identificados entre sí, y dispuestos a verse como un conjunto que se enfrente y construya un mundo distinto. Por supuesto, ese perfil, esa visión, ese olfato, esos instintos… tampoco son ni mejores ni peores que otros cualquieras.

Tocaría ahora vernos a cada uno de nosotros, a cada una de nosotras, dentro de nuestro propio dibujo (recordad que somos sumas imperfectas) y saber de nuestra capacidad de relación con el entorno: con otros, contra otros, con los medios disponibles, contra los medios de los demás… Es necesario -para seguir dibujando y respondiendo a la pregunta- que también incluyamos nuestro propio compromiso, nuestra disponibilidad, nuestras limitaciones, nuestras ganas, nuestras posibilidades… Por último –y para que entendamos la complejidad- tenemos que añadir elementos imprescindibles del pensamiento, ideologías, ideas… y con una pizca de propuestas en común, de respuestas concretas, de conquistas, luchas, peleas, de praxis.

Creo que ya estamos en condiciones de intentar responder: ¿Por qué somos de IU? No lo sé. Quizá sea que muchas pensamos que es una herramienta útil, en la que cabemos todos. Quizá sea porque mi YO encuentra muchos YO parecidos al mío. Todo esto no significa que no haya cosas que cambiar porque nos aburren algunas peleas, nos desconciertan las espantadas y nos frustra ver tan nítidamente las ambiciones (no siempre legítimas). Pero –insisto, creo- que merece la pena sentirse parte de este proyecto donde podemos pensar, debatir, proponer, construir, pelear, colaborar, solidarizarnos, decidir, discrepar… estoy en IU porque es mucho más que un verbo, y, seguro, tú tendrás muchos infinitivos más.

Esta opinión no merece ser ni mejor ni peor que otra opinión cualquiera (faltaría más).